The Prague Post - Miedo y trauma: cuando la caída deja cicatrices invisibles

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Miedo y trauma: cuando la caída deja cicatrices invisibles
Miedo y trauma: cuando la caída deja cicatrices invisibles / Foto: Joe Klamar - AFP/Archivos

Miedo y trauma: cuando la caída deja cicatrices invisibles

La caída y después el miedo que, a veces, ya no desaparece nunca: en los deportes de riesgo como el esquí o el ciclismo, los accidentes dejan profundas huellas, no solo físicas, sino también psicológicas, al punto que algunos deportistas no vuelven a recuperar nunca su nivel.

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¿Cómo subirse de nuevo a unos esquíes, a una bicicleta o una moto después de haber acabado en el hospital con huesos rotos y el cuerpo destrozado? ¿Cómo volver a ser competitivo, dispuesto a tomar riesgos para ello, después de haber rozado la muerte? Varios deportistas han tenido que plantearse cuestiones como estas tras una serie de accidentes escalofriantes en los últimos años.

Sólo en esquí alpino, la estrella estadounidense Mikaela Shiffrin se perforó la pelvis, la checa Terez Nova está en coma inducido, y el francés Cyprien Sarrazin sufrió una fuerte conmoción cerebral a finales de diciembre en Bormio.

Desde que comenzó la temporada, prácticamente no ha habido una prueba en la que algún participante no haya tenido que ser evacuado en helicóptero a un hospital.

Después de un accidente de esta gravedad el deportista inicia un largo recorrido de recuperación.

"Cuando te estrellas a 130 km/h, deja marcas en la cabeza. Sería simplemente mentirse a uno mismo decir que todo va bien", confía el esquiador francés Alexis Pinturault, 34 victorias en la Copa del Mundo, durante una entrevista con la AFP el 22 de enero en Kitzbühel.

Dos días más tarde sufrió una dura caída en el supergigante. Veredicto: fractura de la meseta tibial de la rodilla derecha. La temporada, y quizás incluso su carrera, terminada.

- 'Mi cuerpo decía que no' -

El doble campeón mundial de combinada ya había tenido que acortar su temporada hace un año después de romperse el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda en Wengen.

Al volver a esquiar, siente que algo anda mal. Tiene miedo: "Podía tomar más riesgos, pero había algo en mi cabeza que me frenaba. Mi cuerpo decía que no. Hay que reaprender que todo está bajo control. Necesariamente, lleva tiempo".

El ciclista belga Steff Cras también necesitó tiempo para asimilar su fuerte caída en abril pasado en la Vuelta al País Vasco, la misma que se llevó por delante a estrellas del pelotón como Remco Evenepoel y Jonas Vingegaard.

"A 20 centímetros de distancia, hubiera muerto", recuerda el ciclista, explicando a la AFP cómo esquivó un bloque de hormigón a más de 60 km/h.

Los daños fueron importantes. Un neumotórax, además de fracturas en las costillas y las vértebras, le impiden respirar durante treinta segundos.

Pero cuatro meses después encuentra la fuerza para terminar 16º en el Tour de Francia, aunque pagó un alto precio: "Presioné demasiado a mi cuerpo y me lo hizo pagar. Desarrollé un herpes zóster -enfermedad producida por una reactivación del virus latente varicela-zóster-".

"La cabeza, extrañamente, estaba bien. Sin embargo, quedé muy marcado por otra caída cuando choqué con un espectador en el Tour de Francia", en 2023, añade. "Después, mentalmente, estaba muerto. Tenía miedo de rodar en el pelotón con espectadores a lo largo de la carretera. Todavía lo pienso hoy".

- 'Desactivar el fantasma' -

Para superar su ansiedad, Steff Cras acudió a un psicólogo. "También hablo mucho con mi esposa. Para mí, eso es suficiente".

"El simple hecho de desmenuzar el evento traumático a veces puede ser suficiente", destaca Cécilia Delage, psicóloga deportiva que acompaña principalmente a la campeona olímpica de esquí de baches Perrine Laffont.

Pero la mayoría de las veces, este "estrés postraumático" requiere un trabajo psicológico más profundo "para que el miedo a lastimarse nuevamente no supere el deseo de rendir".

El riesgo es que se instale un círculo vicioso "y terminemos con atletas que se lanzan en un descenso a toda velocidad con los frenos puestos", el peor de los escenarios.

"Como cuando conduces un coche en la nieve. Si controlas tu conducción sin usar los frenos, llegarás a buen puerto. Si en cambio das un frenazo porque tienes miedo, te sales del camino", explica.

Existen varias técnicas, como el 'EMDR' (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), para tratar el problema.

"Cuando hay un trauma, significa que hay una información fantasma en el cerebro que puede desviar la decisión. A 100 km/h, eso se vuelve rápidamente peligroso. Hay que desactivar ese fantasma", explica Fabien Deloche, entrenador mental con sede en Annecy (sureste de Francia) que trabaja con esquiadores y ciclistas profesionales.

- 'Miedo a morir' -

El objetivo no es eliminar el miedo sino transformarlo. "Si desconectas el miedo, desconectas la prevención. Entonces hay que reconfigurarlo y usarlo para aumentar la atención y la conexión contigo mismo", insiste Deloche.

Muchos atletas también recurren a la hipnosis. Alexis Pinturault lo ha considerado. "Finalmente fui a ver a un médico que trabaja en el sistema vegetativo, en resumen, la memoria muscular. Hicimos ejercicios en estado de reposo, un poco de meditación. El objetivo es 'resincronizar' el cuerpo con el cerebro para retomar el control sobre el trauma".

Cécilia Delage insiste en que hay que "comprender la relación que tiene la persona con el miedo, el riesgo y por lo tanto con la muerte". Y para eso, a veces hay que remontarse "muy lejos, hasta el parto de la madre que tal vez salió mal".

"Tuve un caso donde el deportista tenía mucho miedo a sufrir un trauma craneal y no entendía por qué. Después de media docena de sesiones, tuvo un flash. Recordó que, de niño, se había golpeado la cabeza contra una roca en el mar y se había visto morir. Es un recuerdo que había olvidado por completo. La práctica del deporte reactivó su miedo a morir", relata.

Cuando el origen del miedo se identifica y se trata, puede comenzar un trabajo de preparación mental, basado principalmente en la visualización.

El ciclista español Enric Mas, paralizado después de tres caídas seguidas, logró así "salir del agujero", gracias a la ayuda de un psicólogo y un entrenador específico que lo hizo descender puertos en Andorra durante todo un verano.

- 'Harto de hacerme el duro' -

Antoine Dénériaz, campeón olímpico de descenso en 2006, nunca se recuperó de una gran caída en Are, Suecia, solo tres semanas después de su mayor victoria.

Cuando despertó en el hospital tenía "mucho miedo". Comienza entonces un calvario, carreras disputadas "con el freno de mano", un "estrés permanente" que a veces lo hace "llorar en medio de una comida". "Agotado", pone fin a su carrera un año después.

El ciclista Pierre Latour, de 31 años, también se lo plantea hoy. "Muero de miedo" en los descensos, reconoce el corredor del equipo TotalEnergies, desde que sufriera una fuerte caída en 2019. Ha probado de todo; psicólogo, hipnotizador, preparador mental, EMDR, entrenador de descenso, e incluso un sanador. Nada funciona.

"Te sienta bien durante un tiempo, pero a la menor contrariedad, todo explota en la cabeza, como un alcohólico que vuelve a tomar un trago", explicó al diario Le Parisien en 2023.

"Cada uno es diferente", resume Fabien Deloche. "Hay quienes han integrado perfectamente el riesgo. Otros decidirán que ya no pueden soportar ese estrés. Dicen: 'Vine a divertirme con los amigos y me encuentro cagando de miedo todos los días. Estoy harto de hacerme el duro'".

Las razones de la persistencia del bloqueo pueden ser múltiples. Quizás, la atención psicológica llegó demasiado tarde y se convierte en algo "como una fractura que no se cura, que se consolida como puede y luego te molesta de por vida", dice Cécilia Delage.

A veces el deportista desarrolla resistencias, añade la psicóloga: "Cuando considera que estamos abordando un terreno demasiado resbaladizo, que lo va a trastornar demasiado, como un mecanismo de defensa psicológica".

- 'Autosabotaje' -

"Generalmente, estos buscan soluciones alternativas como la acupuntura o la sofrología. Pero eso no resolverá el fondo del problema".

Sobre todo porque los resortes son a veces muy íntimos: "Al explorar el accidente, nos damos cuenta de que puede haber un autosabotaje. Tuve un ciclista cuyo miedo no era tanto hacerse daño como que su padre lo regañara. Que su padre le gritara: '¿Otra vez hiciste una tontería?'. El trauma a veces no está donde se cree".

En los deportes mecánicos también, la velocidad y el peligro forman parte de la vida cotidiana de los pilotos.

"Somos conscientes del peligro desde una edad temprana", explica el piloto australiano de Fórmula 1 Daniel Ricciardo.

"Pero nuestro deporte también se ha vuelto mucho más seguro a lo largo de los años", añade, haciendo referencia a la introducción en 2018 del halo -sistema de protección de la cabina de los pilotos-.

Esta barra de titanio, colocada sobre el 'cockpit', salvó a Romain Grosjean en 2020 cuando su monoplaza se estrelló contra una barrera de seguridad antes de incendiarse.

En un coche, "estamos en una célula de seguridad" bien protegida, recuerda a la AFP el piloto de rallies Adrien Fourmaux.

Aficionado de la bicicleta de descenso desde la infancia, prefirió optar por el rally, "menos peligroso".

Inspirándose en los deportes mecánicos, el esquí y el ciclismo trabajan para mejorar la seguridad, con airbags en particular, y entrar en una dinámica virtuosa: Menos caídas, menos lesiones. Y menos miedo.

M.Jelinek--TPP